Los monocitos, conocidos por ser el tipo de glóbulos blancos más grandes, desempeñan un papel crucial en nuestra salud. Su función principal es digerir gérmenes y bacterias, lo que ayuda a controlar el riesgo de infección (1). Sin embargo, a pesar de esta función protectora, estos organismos celulares también pueden provocar inflamación y dañar los tejidos y vasos sanguíneos, afectando la circulación de la sangre hacia el corazón (2). Por tanto, consumir alimentos para regular los monocitos en un rango normal es vital para nuestra salud.
Niveles normales de monocitos en la sangre
En condiciones normales, los monocitos comprenden entre el 3% y el 7% del total de leucocitos en nuestro cuerpo (3). En los adultos, un recuento normal de monocitos suele estar entre 100 y 800/μL, mientras que en los recién nacidos, este rango oscila entre 400 y 3.100/μL (3). Es importante realizar análisis de sangre periódicos para controlar estos niveles, ya que un nivel muy alto de monocitos puede indicar la presencia de ciertas enfermedades o problemas de salud (3). Por el contrario, un recuento bajo de monocitos suele considerarse una señal positiva, aunque también podría indicar problemas si es extremadamente bajo (3).
Alimentos para Regular los Monocitos: Consejos y Dietas. Foto por RitaE Pixabay
Alimentos para Regular los Monocitos: Consejos y Dietas
Nuestra alimentación influye directamente en nuestra salud en general y, específicamente, en nuestros niveles de monocitos (4). Siguiendo el lema de que “somos lo que comemos”, es posible mejorar nuestros niveles de estas células en la sangre a través de cambios en nuestra dieta. A continuación, te mencionamos algunos grupos de alimentos que pueden ayudar a mantener o mejorar tus niveles de monocitos (4).
Dieta mediterránea
Los alimentos típicos de la dieta mediterránea, como las semillas, los frutos secos, las verduras, los granos enteros y las frutas, pueden proteger nuestro cuerpo contra las respuestas inflamatorias producidas por los monocitos (5). Además, esta dieta es rica en antioxidantes y fibras que promueven la salud en general (5).
Ácidos grasos Omega 3
Los ácidos grasos Omega 3 son conocidos por sus propiedades antiinflamatorias. Alimentos ricos en estos ácidos grasos, como las nueces, el salmón, el aceite de oliva y la linaza, pueden ayudar a regular los niveles de monocitos (4).
Alimentos ricos en betacaroteno
El betacaroteno es un poderoso antioxidante que favorece al sistema inmunológico. Alimentos con alto contenido de betacaroteno, como las zanahorias, los pimientos rojos, la papa dulce y la calabaza, pueden ser aliados para mantener tus monocitos en niveles saludables (4).
Productos lácteos y carnes
Los productos lácteos, como la leche, el yogur y los quesos, también pueden contribuir a mantener tus niveles de monocitos en un rango saludable. Asimismo, las carnes como la de vaca, de pollo y de pavo, proporcionan proteínas esenciales que pueden ayudar a fortalecer tu sistema inmunológico (4).
Una alimentación equilibrada y variada, rica en nutrientes, puede ser tu mejor estrategia para mantener tus niveles de monocitos en un rango saludable. Recuerda que, aunque estos alimentos pueden ayudar a mejorar tu salud, no reemplazan un diagnóstico médico ni un tratamiento prescrito por un profesional de la salud (4).
Referencias
- (1) Alberts, B., Johnson, A., Lewis, J., Raff, M., Roberts, K., & Walter, P. (2008). Biología molecular de la célula. Nueva York: Garland Science.
- (2) Tabas, I., & Glass, C. K. (2013). Terapia antiinflamatoria en enfermedades crónicas: desafíos y oportunidades. Science, 339(6116), 166-172.
- (3) Hoffbrand, A. V., & Moss, P. A. H. (2011). Fundamentos en Hematología. España: Elsevier España.
- (4) Willett, W. C., & Skerrett, P. J. (2005). Coma, beba y sea saludable: la guía de la Escuela de Medicina de Harvard para una alimentación saludable. Nueva York: Free Press.
- (5) Estruch, R., Ros, E., Salas-Salvadó, J., Covas, M. I., Corella, D., Arós, F., … & Lamuela-Raventos, R. M. (2013). Prevención primaria de enfermedades cardiovasculares con una dieta mediterránea suplementada con aceite de oliva virgen extra o nueces. New England Journal of Medicine, 368(14), 1279-1290.