La eosinopenia es una condición que está relacionada directamente a los eosinófilos bajos. Los eosinófilos por su parte son un tipo de glóbulo blanco que, como todo glóbulo blanco, tiene una función importante dentro del sistema inmunológico (1).
Valores de los eosinófilos para determinar la eosinopenia
El recuento de los eosinófilos de forma normal debe ser de menos de 500 células de eosinófilos por microlito de sangre, pero no menos 50 células eosinófilos por microlitro de sangre. Cuando los niveles son mayores a 500 estamos frente a una posible eosinofilia, mientras que si es menor de 50, estaríamos posiblemente frente a una eosinopenia (1).
Eosinopenia: causas, tratamiento y recomendaciones. Foto por turek Pexels
Causas de la eosinopenia
Anemia aplástica
La anemia aplástica es una enfermedad un poco extraña en la que la médula ósea y las células madres están dañadas. Por lo tanto, existe una deficiencia en los tres tipos de células sanguíneas: los glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas (2).
VIH
El SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) es una enfermedad causada por el virus de VIH (virus de inmunodeficiencia humana). Esta enfermedad tiende a alterar nuestro sistema inmunológico, haciendo que no funcione correctamente y sea muy cuesta arriba hacer frente a enfermedades (3).
Infecciones severas
Las infecciones severas son a menudo una de las causas de la eosinopenia. Existen diversas formas de contraer una infección, pero a partir de allí, deben ser tratadas de inmediato para evitar un daño mayor en el organismo (4).
Enfermedad de Cushing
En cuanto a la enfermedad de Cushing, esta puede ser también una causa de la eosinopenia (5).
Tratamientos con corticoides
Por lo general los corticoides son recetados para combatir ciertos tipos de alergias, asma e incluso la fiebre del heno, enfermedades y condiciones que ya de por sí los eosinófilos combaten (6).
Tratamiento para la eosinopenia
No existe un tratamiento directo para la eosinopenia, sino que deben tratarse en todo caso las causas y enfermedades subyacentes a ella (7). Si has realizado un recuento de tus eosinófilos y están por debajo de 50 células eosinófilas por microlitro de sangre entonces podrías estar frente a la eosinopenia (1).
¿Cómo controlar los eosinófilos bajos?
Llevar una dieta balanceada
Una dieta balanceada no solo es vital para tener un peso ideal o para verse; también es de vital importancia para controlar todos los valores de la sangre, incluyendo, por supuesto, los eosinófilos bajos (8).
Hacer ejercicio con regularidad
El ejercicio contribuye a mantener una buena salud en la médula ósea y, por supuesto, a mejorar los niveles de leucocitos. A partir de allí, los eosinófilos bajos pueden mejorar notablemente en poco tiempo, siempre y cuando se acompañe con una buena alimentación (9).
Tomar abundante agua durante el día
El agua no solo contribuye a mantener el cuerpo hidratado, sino que también ayuda a elevar los eosinófilos de una forma rápida y eficaz (10).
Dormir al menos 7 u 8 horas diarias
Cuando duermes, el cuerpo se recupera de todo el gasto energético que se tuvo durante el día, y es allí donde muchos procesos de recuperación y reparación ocurren, incluyendo el mantenimiento del sistema inmunológico (11).
Si bien estos consejos pueden ser de gran ayuda, es importante que acudas al médico para conocer las causas que han producido la eosinopenia y recibir el tratamiento adecuado que te ayude a mejorar tu condición de salud (7).
Referencias
- (1) Carrasco, M., de la Fuente, E., & Cruz, M. (2018). Valoración del laboratorio de los trastornos de los leucocitos. Medicine – Programa de Formación Médica Continuada Acreditado, 12(11), 644-649.
- (2) Montoro, J., Guinot, M., & Sanz, J. (2013). La anemia aplásica. Medicine – Programa de Formación Médica Continuada Acreditado, 11(79), 4721-4726.
- (3) Martinez, E., & Gatell, J. M. (2016). Manifestaciones hematológicas de la infección por el VIH. Medicine – Programa de Formación Médica Continuada Acreditado, 11(12), 714-719.
- (4) Calandra, T., & Cohen, J. (2005). Sepsis grave y shock séptico. The Lancet, 365(9463), 63-78.
- (5) Nieman, L. K., & Ilias, I. (2005). Evaluación y tratamiento del síndrome de Cushing. The Journal of the American Medical Association, 293(5), 691-703.
- (6) Barnes, P. J. (2006). Corticosteroides: los fármacos que más se usan en medicina. The European Respiratory Journal, 28(3), 615-622.
- (7) Valent, P., Klion, A. D., Rosenwasser, L. J., Arock, M., Bochner, B. S., Butterfield, J. H., … & Simon, H. U. (2012). ICON: diagnóstico y tratamiento de la eosinofilia. The Journal of Allergy and Clinical Immunology, 130(3), 607-612.
- (8) Bourre, J. M. (2006). Efectos de los nutrientes (en los alimentos) sobre la estructura y función del sistema nervioso: actualización sobre las necesidades dietéticas para el funcionamiento del cerebro. Parte 2: macronutrientes. The Journal of Nutrition, Health and Aging, 10(5), 386.
- (9) Nieman, D. C., & Wentz, L. M. (2019). El efecto convincente del ejercicio físico en la defensa inmunológica contra patógenos. The Journal of Sport and Health Science, 8(3), 201-217.
- (10) Popkin, B. M., D’Anci, K. E., & Rosenberg, I. H. (2010). Agua, hidratación y salud. Nutrition Reviews, 68(8), 439-458.
- (11) Besedovsky, L., Lange, T., & Born, J. (2012). Sueño y función del sistema inmunológico. Pflügers Archiv – European Journal of Physiology, 463(1), 121-137.