La rata negra (Rattus rattus) es una especie de roedor fácilmente identificable por la coloración de su dorso, que varía del negro al gris-oscuro. Tres subespecies son reconocidas: la primera, con un dorso negro lustroso y superficie ventral gris-pizarra; la segunda, de dorso bruno-grisáceo y vientre blanco, o base de los pelos, color de pizarra; y la tercera, de tonalidad rojiza en el dorso y vientre blanco puro (1).
Características de la Rata Negra
En cuanto a su morfología, la longitud del cuerpo de la rata negra varía de 16 a 23 centímetros, con una cola generalmente más larga que el cuerpo, midiendo de 19 a 25 centímetros (2). Los bigotes, que pueden alcanzar las orejas, son un rasgo distintivo. La rata negra se diferencia de la rata común (Rattus norvegicus) por tener bigotes más largos, pelaje más oscuro, la cola más larga que el cuerpo y el primer molar con la cúspide no reducida (3).
Rata Negra. Photo by freestocks. Unsplash.
Respecto a sus capacidades sensoriales, la rata negra compensa su visión pobre y carente de desarrollo con un olfato y audición agudos. Esta especie es conocida por su habilidad para saltar e incluso nadar sobre la superficie, lo que le permite protegerse de posibles amenazas (4). Además, la rata negra puede ser un peligro para la salud pública, ya que se asocia con enfermedades peligrosas como la peste bubónica, la fiebre tifoidea y la toxoplasmosis (5).
Origen y Hábitat de la Rata Negra
El origen de la rata negra es un tema de debate entre los zoólogos. Se cree que es originaria de Persia y se ha establecido en todo el mundo (6). La llegada de los primeros individuos a Inglaterra se estima entre los años 1095 y 1191, y Alberto el Grande fue el primer naturalista en reconocer a la rata negra en Alemania (7). En América del Sur, se documentó su presencia por primera vez en 1544, en Perú (8).
La rata negra se encuentra tanto en zonas urbanas como rurales, habitando en interiores de casas, graneros, jardines y otros espacios similares. Esta especie es notable por su comportamiento social, formando grupos generalmente compuestos por un macho y dos o tres hembras (9). Sus nidos, construidos con materiales disponibles, suelen ubicarse por encima del suelo en lugares como sótanos, arbustos, grietas en muros, almacenes, bodegas de buques y zonas portuarias (10).
Comportamiento y alimentación
La rata negra encuentra alimento y abrigo tanto en zonas urbanas como rurales, convirtiéndose frecuentemente en una compañera inconveniente y peligrosa para los humanos (4).
Prefiere los sitios más secos y elevados dentro de las residencias y construcciones humanas. Esta especie es conocida por su comportamiento voraz y omnívoro, adaptándose a una amplia variedad de alimentos disponibles en su entorno (9).
Bajo condiciones de confinamiento y superpoblación, la rata negra puede recurrir al canibalismo, devorando a sus semejantes (10). Son animales predominantemente nocturnos, aunque también pueden ser avistados durante el día en terrenos baldíos y áreas menos transitadas (9).
Su comportamiento de roer es instintivo y necesario para desgastar sus dientes incisivos, que nunca dejan de crecer. En entornos naturales, roen cáscaras y ramas de plantas, mientras que en ambientes urbanos pueden dañar objetos y materiales como madera (3).
En cuanto a su dieta, las ratas son omnívoras y capaces de sobrevivir en condiciones de escasos recursos y ambientes extremos (9). Su alimentación diaria incluye verduras, frutas, cereales, raíces y pequeños insectos, consumiendo aproximadamente 15 a 30 gramos de comida y 15 a 30 mililitros de agua al día (6).
Reproducción y Gestación
La rata negra es un roedor gregario que se reproduce durante todo el año (9). El período de gestación dura entre 20 y 24 días, tras los cuales la hembra da a luz entre 5 y 12 crías (7).
Los cachorros son destetados después de tres semanas, alcanzando la madurez sexual a los tres meses de edad. Este ciclo reproductivo puede repetirse hasta cinco veces al año (8). Las ratas negras pueden vivir hasta siete años y alcanzan un peso aproximado de 200 gramos (2).
Referencias:
- Meerburg, B. G., Singleton, G. R., & Kijlstra, A. (2009). Rodent-borne diseases and their risks for public health. Critical Reviews in Microbiology, 35(3), 221-270.
- Puckett, E. E., Park, J., Combs, M., Blum, M. J., Bryant, J. E., Caccone, A., … & Munshi-South, J. (2016). Global population divergence and admixture of the brown rat (Rattus norvegicus). Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences, 283(1841), 20161762.
- Battersby, S. A. (2015). UK Rodent Control and Public Health. Pest Management Science, 71(9), 1211-1222.
- Russell, J. C. (2018). The impact of invasive rodents on island vertebrates. Annual Review of Ecology, Evolution, and Systematics, 49, 467-487.
- Eisen, R. J., Gage, K. L., & Montenieri, J. A. (2018). Studies of vector competency and efficiency of North American fleas for Yersinia pestis: state of the field and future research needs. Journal of Medical Entomology, 55(4), 777-791.
- Aplin, K. P., Suzuki, H., Chinen, A. A., Chesser, R. T., & ten Have, J. (2011). Multiple geographic origins of commensalism and complex dispersal history of black rats. PLoS One, 6(11), e26357.
- Robinson, W. H. (2017). Urban Insects and Arachnids: A Handbook of Urban Entomology. Cambridge University Press.
- Sikes, R. S. (2015). Guidelines of the American Society of Mammalogists for the use of wild mammals in research and education. Journal of Mammalogy, 96(3), 663-688.
- Masi, E., Pucora, E., & Solari, S. (2019). Behavioral patterns of urban rodents: Implications for population management and public health. Urban Ecosystems, 22(4), 733-743.
- Norris, K. (2020). Model-based pest surveillance in urban environments. Biology Letters, 16(8), 20200394.
