El ácaro de la sarna es uno de los más diminutos de la familia Sarcoptidae; sin embargo, es el responsable de la propagación de una grave enfermedad dermatológica que le da su nombre. En este sentido, el denominado científicamente como Sarcoptes scabiei, se introduce en las capas de la piel de los seres humanos y genera molestas y contagiosas lesiones.
Aspecto físico del ácaro de la sarna
El aspecto físico del ácaro de la sarna suele ser difícil de apreciar a simple vista, debido a sus diminutas dimensiones, que lo hacen casi imperceptible para el ojo del ser humano. Es por esta razón, que su detección no es fácil de realizar y puede pasar inadvertido (1).
Ácaro de la sarna. Foto por Envato.
Forma del cuerpo
Esta especie de ácaro es de forma ovalada y delgada; además, posee cuatro pares de patas que terminan en uñas o garras. Por otro lado, su estructura bucal o aparato masticador, es semejante a la forma de una cabeza y le permite perforar y masticar la piel (2).
Cabe mencionar que carece de ojos, por lo que sus patas son las que le ayudan a percibir las sensaciones del medio ambiente que le rodea. Por último, la parte frontal de su cuerpo se encuentra cubierto de pequeños vellos, los cuales le impiden caminar hacia atrás.
Tamaño
El ácaro de la sarna es uno de los animales más pequeños del mundo, por lo que sólo puede ser observado a través de un microscopio. En este sentido, presentan dimorfismo sexual, es por ello que las hembras suelen ser más grandes que los machos (3).
De esta manera, las hembras miden entre 300 y 450 micrómetro de longitud, mientras que los machos miden entre 200 y 250 micrómetro de largo.
Hábitat y alimentación del ácaro de la sarna
Este tipo de ácaros puede encontrarse en muchos lugares del mundo, por tal motivo puede propagar la sarna a personas de todas edades, clases socioeconómicas y etnias. Sin embargo, suele preferir los ambientes cálidos, ya que se ve atraído por el calor que expide el cuerpo humano (4).
Por otra parte, el ácaro de la sarna se alimenta de las células y tejidos de la piel muerta de los seres humanos; es por ello que, este animal sólo puede sobrevivir cuando se encuentra en el cuerpo humano y suele morir pocas horas después de abandonarlo (5).
Peligros del ácaro de la sarna
El mayor peligro de este ácaro, es su capacidad para propagar enfermedades de la piel, como la sarna o escabiosis. En este sentido, esta se produce por la mordedura del animal, que posteriormente se introduce en las capas de la piel y deposita sus huevos, los cuales eclosionan y habitan dentro del ser humano hasta convertirse en adultos (6).
Síntomas
Es preciso mencionar que, el proceso de contagio se lleva a cabo durante las etapas ninfales y adultas del ácaro de la sarna; por lo cual, los huevos no tienen la capacidad de contagiar. Por su parte, los síntomas de esta enfermedad suelen ser muy molestos y presentarse días después de la infección (7).
Ahora bien, los principales signos de esta afección se relacionan con la comezón en distintas partes del cuerpo, la aparición de lesiones en forma de forúnculos, ronchas y granos, todos estos sumamente parecidos a las lesiones que dejan las picaduras de otros animales.
Sin embargo, en los casos más graves, esta afección puede provocar descamación de la piel, la cual se origina por la constante rascadura de los afectados. Asimismo, esta enfermedad también puede estar acompañada de otras infecciones y problemas de la piel (8).
Tratamiento
La sarna se contagia fácilmente, bien sea por el contacto directo, el uso de ropas y sábanas infestadas, así como también por el contacto sexual. Sin embargo, tratar esta enfermedad es posible; para ello es necesario hacer uso de cremas o pomadas elaboradas con permetrina, el cual es un componente que ayuda a matar los diferentes tipos de ácaros, además de piojos y otros animales (9).
Referencias
- Walton, S. F., & Currie, B. J. (2007). Problems in diagnosing scabies, a global disease in human and animal populations. Clinical Microbiology Reviews, 20(2), 268-279.
- Arlian, L. G. (2002). Biology, host relations, and epidemiology of Sarcoptes scabiei. Annual Review of Entomology, 47, 277-305.
- McCarthy, J. S., Kemp, D. J., Walton, S. F., & Currie, B. J. (2004). Scabies: more than just an irritation. Postgraduate Medical Journal, 80(945), 382-387.
- Heukelbach, J., & Feldmeier, H. (2006). Scabies. The Lancet, 367(9524), 1767-1774.
- Mounsey, K. E., & McCarthy, J. S. (2013). Permethrin and ivermectin for scabies. New England Journal of Medicine, 368(8), 769-775.
- Chosidow, O. (2000). Scabies and pediculosis. The Lancet, 355(9206), 819-826.
- Johnston, G., & Sladden, M. (2005). Scabies: diagnosis and treatment. BMJ, 331(7517), 619-622.
- Strong, M., & Johnstone, P. (2007). Interventions for treating scabies. Cochrane Database of Systematic Reviews, (3).
- Currie, B. J., & McCarthy, J. S. (2010). Permethrin and ivermectin for scabies. The New England Journal of Medicine, 362(8), 717-725.